sábado, 11 de abril de 2020

PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU

Lc 23:46
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

La palabra final de la Cruz, una voz que expresa con confianza la Esperanza que surge desde el más oscuro de los sufrimientos, la experiencia de la muerte, no cualquiera, sino la muerte de cruz, la muerte más indigna, la muerte en el madero es la muerte de un maldito. Observemos algunos elementos desde el análisis bíblico de esta trascendental expresión.

Primeramente observemos el escenario, las escenas surgen en un telón universal, un evento cósmico, "y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad", aunque esto puede prestarse a muchas y variadas interpretaciones, cada uno de los elementos señalados en este escenario, indica la presencia de Dios Padre, las tinieblas y el sol que se oscurece, nos indica a la naturaleza intentando ocultar lo que le acontece al Hijo de Dios, sin embargo, el velo del templo se rasgó, Dios Padre está presente para recibir al gran sumo sacerdote de su Casa, quién abre el camino nuevo y vivo a través del velo, su carne. Dios Padre, ha aceptado la sangre de su Hijo, mediante la cual tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo. 

Del escenario cósmico, veamos ahora el ambiente al pie de la cruz, la palabra final de Jesús, a la que analizaremos más adelante, tiene una fuerza salvífica, que el evangelista Lucas nos describe el espectáculo, primeramente, un personaje peculiar, un centurión, quién observando lo acontecido "Dio gloria a Dios", con una confesión muy pertinente "verdaderamente este hombre era justo", desde el ámbito de la narratología, el centurión es un testigo más de la inocencia de Jesús. Al mismo tiempo podemos observar la multitud que se había acercado a participar del espectáculo sangriento, regresar "golpeándose el pecho", la culpabilidad emerge desde en medio de la narrativa y el sufrimiento. 

Observemos ahora la palabra final en la cruz; Jesús se dirige a su Padre, con una oración poética. No es cualquier oración, es una palabra del libro de los Salmos, la oración que declaran los niños hebreos al acostarse cada noche, el Hijo de Dios contempla la muerte, sin embargo, para Jesús es dormir en los brazos de su Padre. Es una palabra de Esperanza, aún en el último suspiro de la vida terrena, desde el último aliento en la cruz, Jesús confía en el Padre con una expresión de los Salmos en sus labios. El Salmo 31:5, es la referencia de la palabra final de Jesús, con unas importantes modificaciones que reflejan el sentido hermenéutico del Cristo Redentor. 

Jesús en la cruz, aumenta a la voz del Salmo el término "Padre", el cual refleja la culminación teológica de la revelación de Dios por medio de Jesucristo, quién nos ha dado a conocer al Padre. Importante es observar que el Salmo 31:5, finaliza la expresión "Tú me has redimido", la cual Jesús prescinde, mostrándonos la serenidad y confianza, expresa claridad mental en el momento final. En el contexto del Salmo 31, en su verso primero, el salmista expresa "no sea yo confundido jamás", a pesar del sufrimiento de la cruenta cruz, la mente de Jesús no está confundida, más bien, posee una brillante sensatez. 

La parte del Salmo 31:5 que Jesús intencionalmente cita, "en tus manos encomiendo mi espíritu" radica en el hecho mismo que su muerte ha sido voluntaria, él ha puesto su vida en un sacrificio redentor. La última palabra en la cruz, Jesús la expresa no solamente con confianza y convicción, sino con la fuerza necesaria para que los evangelistas la denominan como un grito, un clamor a gran voz, sin embargo, ese clamor, es la expresión de confianza y de intimidad entre un Padre y su Hijo. Esta expresión de confianza está fundamentada en el contexto del Salmo 31, en su verso primero "líbrame en tu justicia", Jesús en la cruz, confía en su Padre, porque él es el sacrificio perfecto que complace plenamente la justicia de Dios. A partir de esta última palabra de Jesús en la cruz del calvario, el desarrollo de la historia de la salvación queda en manos de Dios Padre, quién dará testimonio a través de los siguientes eventos, Jesús es el Cristo, el Justo que sufre, el Siervo de Yahveh, el Dios Redentor, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dios Padre tendrá la ultima Palabra que es también la primera “Resurrección”. 

Managua, Nicaragua
Joel Sadracht Hurtado Corea



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