Cualquier trabajo que el ser humano ejerce, demanda una preparación; para que ese trabajo se realice con eficacia, efectividad y calidad, necesariamente requiere una formación. De manera que los trabajos complejos del mundo contemporáneo, mundo moderno tecnificado y tecnologizado, requiere de seres humanos capacitados, con formación y educación pertinente y actualizada.
Por lo que me atrevo a afirmar, que todo creyente que ejerce una labor en el Reino de Dios, debe ser capacitado, instruido y formado con el mayor rigor académico, técnico, instrumental, sobre todo ético y ministerial. Ciertamente la iglesia en el siglo XXI adolece de esta cultura, ya que desde las ficticias fórmulas de la eiségesis, se nos condicionaba al paradigma "la letra mata". Aunque debo reconocer que este fenómeno no fue exclusivo y original, sino que fue influenciado por las muchas leyendas urbanas del siglo pasado; para recordar: se decía sobre el genio de la relatividad Albert Einstein, suspendió la asignatura de matemáticas durante sus estudios elementales, sin embargo, nada más lejos de la realidad; las notas del científico en esta materia y otras como la física álgebra y geometría ciertamente dicen lo contrario.
No pretendo tener la razón absoluta, es más, me gustaría escuchar argumentos en favor de una perspectiva contraria y con gusto recibir opiniones diferentes, sin embargo, a mi parecer, todo creyente, tenga o no una labor oficial en el Reino de Dios, debe anhelar ser formado teológicamente en la Palabra de Dios, formación no en función de adoctrinamiento o mera transmisión de conocimiento, sino, una formación teológica trascendente, con espacio para la reflexión, interacción y debate.
Los centros educativos en la era del conocimiento, era de la globalización de la información, han sufrido el malestar enfermizo de la tecnificación, en donde centros prestigiosos de reflexión filosófica, ética y moral, se han transformado en centros técnicos de producción instrumental en donde la prioridad es la técnica; "¿Cómo se hace?.
En el Nuevo Testamento, Jesús el maestro, instruyó, preparó, enseñó, es decir; formó discípulos, durante más de 3 años a un grupo de hombres y mujeres. En los evangelios identificamos que el 75% de las palabras de Jesús se corresponden con parábolas, lenguaje eficaz y eficiente para transmitir el mensaje del Reino de Dios, las parábolas con un lenguaje atractivo y poético trascendieron en su contenido. La meta no era enseñar a los discípulos la técnica de contar historias por medio de parábolas, sino que esas historias propiciarán un campo espacioso de reflexión; que en la mente de las personas en especial los discípulos se gestara la auto crítica a sus ideas preconcebida, presunciones y presuposiciones. Jesús no estaba tecnificando a los futuros "arquitectos espirituales" y/o certificando a "ingenieros eclesiales"; realmente estaba preparando, formando y entrenando a Ministros de la Palabra.
La egoísta idea de que la formación teológica está reservada para algunos, en parte responde al énfasis técnico e intelectual que caracteriza muchas veces a la educación cristiana, sin embargo, cuando el énfasis de la formación teológica está en la práctica, y la ética; cuando lo importante no es el "cómo lo hago" sino "porque que lo hago"; la formación teológica, se transforma en la base y plataforma para la vida del cristiano en un mundo de contextos antagónicos a la voluntad de Dios.
Desde la óptica de la educación, durante su ministerio terrenal, los evangelios registran de Jesús, evidentemente la trascendencia de su mensaje, más allá de la técnica y el intelecto, el mensaje de Jesús se caracterizó por una retórica que desafiaba a sus oyentes; la tensión y el desafío, la controversia y la polémica; jamás estuvieron ausentes en sus discursos y enseñanzas.
En esta reflexión, me suscribo por una formación teológica trascendente, que además de ofrecer técnicas, herramientas e instrumentos útiles para el ministerio, se especialice, o al menos incluya, como paradigma estratégico, el aporte reflexivo que cambie, transforme y reforme: formas de pensar, formas de vivir, formas de actuar. Que sea un espacio para el cuestionamiento y la crítica de conceptos y prejuicios. Que además de contenidos y programas tenga una puerta como en la Universidad de Wittenberg en donde Martín Lutero, clavando sus 95 tesis, desafía y reta los esquemas de pensamientos religiosos de su tiempo.
ME PARECE TAN SORPRENDENTE Y ME INSTA A SEGUIR LUCHANDO POR LOS IDEALES DE MARTIN LUTERO , EN CUANTO A LA VALENTIA QUE TUVO , AUN SABIENDO QUE PODIA SUCEDER DESPUES ; PERO EL TENIA QUE REFORMAR , Y TRANSFORMAR LO QUE NO ESTA BIEN , LO INJUSTO ,LO FALSO LO DESLEAL Y Y EN FIN TODO LO QUE DEFORME EL PENSAMIENTO HUMANO.
ResponderEliminarGran reflexión. Toda la esencia de Dios nos la trajo su hijo. El padre se inmanentiza en el hijo y el hijo vuelve a ser trascendente por decreto del padre a través de la cruz y un breve tiempo de fragilidad humana. su humanidad humanidad salvadora. Gloria a Dios en las alturas...
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