lunes, 20 de enero de 2020

¿Qué es un teólogo?

El teólogo es un ser bienaventurado que descubre desde lo profundo de su corazón la verdad trascendente, no porque la posea en en sí mismo, sino porque ha sido iluminado acerca de la inmanencia por el Espíritu Santo y conducido día a día por la Palabra de Dios desde la pecaminosa vida tiene hacia la Luz Admirable. El teólogo es un ser que suspira y grita desbordado por la Esperanza, de sus labios brota una melodía armoniosa y celestial que proclama el Suceso de las Buenas Nuevas a los desdichados, perdidos y pobres pecadores.

Ciertamente, el teólogo es un ser dignificado por su trabajo, ya que la tarea que le ha sido encomendada se concreta en el fin último de la existencia humana, que todos conozcan al Dios verdadero, a través del medio provisto por Dios mismo, y por medio del contenido con el cual Dios mismo ha querido darse a conocer, la tarea del teólogo trata con la inmanencia y trascendencia del Dios que se revela, es una tarea sublime que se fundamenta desde la eternidad hasta nuestra temporalidad, es por ello que es preferible ser un teólogo en lugar de un todólogo. El teólogo sufre el dolor de no saberlo todo, pero se goza con lo que conoce, porque es suficiente para su redención, y con ello, se deleita en ampliar, enriquecer y profundizar su comprensión escudriñando día tras día en el registro de la revelación especial del Dios eterno, su Palabra.

El teólogo es un ser sensato y sencillo, prefiere hablar con los niños, pues de ello cabe esperar que se conviertan en seres racionales, más de aquellos que son sabios y necios, tampoco presume de su sensatez, siempre está consciente que la sabiduría y el conocimiento que ha llegado a comprender; es exclusivamente por la gracia que le ha sido derramada inmerecidamente, además, comúnmente a quienes Dios elige para enseñarles y mostrarle sus misterios han sido los viles y menospreciados de este mundo, es decir, a enfermos y pecadores. El teólogo es sencillo porque ha sido sanado de la enfermedad mortal del alma. El teólogo es sensato y sencillo porque el mensaje que anuncia le es locura al mundo y por lo cual es aborrecido, vituperado, calumniado y censurado.

El teólogo es un ser libre, ha sido llamado a la libertad, es libre desde que la Verdad lo ha hecho libre, por ello proclama con compasión y denuedo las Buenas Nuevas, porque comprende la urgencia de que sus prójimos oprimidos, esclavizados y domesticados sean alcanzados por la Verdad, el teólogo es libre porque no le teme al opresor, es libre porque conoce que hay un Dios poderoso, libertador, que escucha el clamor del pueblo oprimido, esclavizado y domesticado. El teólogo es un ser libre rodeado de adversarios que con astucia se oponen a la proclamación, algunos de sus enemigos con habilidad se disfrazan de amigos de la teología, de los más peligrosos destacan los fanáticos, religiosos, políticos y caudillos sedientos de poder.

El teólogo es un ser diplomático, comprende que la razón no se impone, comprende que el arte de la comunicación en su proclama es el instrumento adecuado que apela a la conciencia reflexiva, la diplomacia del teólogo se caracteriza por la acreditación que le ha sido otorgado como ciudadano del Reino de Dios, y está en este mundo como embajador del Rey de Reyes. El teólogo se comporta con etiqueta, es modelo en acatar protocolos del Reino, el teólogo es un Heraldo de la Palabra, es siervo mensajero que anuncia el mensaje más importante de toda la historia de la humanidad, las Buenas Nuevas, el mensaje del Evangelio de Dios y de su hijo Jesucristo. Por ser un diplomático del Reino, es peregrino inmigrante y casi siempre solitario en este mundo, es rechazado, insultado, perseguido y calumniado, porque su proclamación atenta y desafía los sistemas de esta tierra. 

El teólogo es un ser analógico, es hambriento y sediento de la justicia, se opone a legalismo, advierte rechaza el liberalismo, es un ser dinámico y equilibrado que evita los extremos, rechaza el pecado pero abraza al pecador, no juzga según las apariencias, denuncia el pecado anhelando que todos procedan al arrepentimiento, expone el mensaje con precisión e informa con claridad la gravedad del pecado, pero desea ardientemente que el Evangelio transforme esa realidad. Procura no competir con sus hermanos y colegas, porque son su familia, sin embargo, anima, exhorta, ayuda, colabora, bendice y honra principalmente a los de la familia de la fe.

El teólogo es un ser migrante, se presenta con un mensaje que no es de esta tierra, ese mensaje tampoco es acerca de sí mismo, es el mensaje del Reino de Dios, mensaje que trasciende todas las dimensiones de la existencia humana. Mensaje que proviene desde la eternidad, sin embargo; pertinente, contextualizado y actualizado a este tiempo, un mensaje que se proclama a cada a cada individuo, ante lo cual, el oyente solo tiene dos opciones, recibe o rechaza el mensaje, acepta con gozo las Buenas Nuevas o menosprecia con burla el Evangelio.

El teólogo es un ser misionero, traspasa las fronteras y los límites establecidos por la religión, no se somete a la colonización del pensamiento por parte de los sistemas corruptos de este mundo, ni se suprime a la domesticación de la reflexión por las manipulaciones y maquinaciones perversas, el teólogo irá más allá de los límites, con reverencia y diligencia se acercara a las Escrituras como su única fuente que le conduce en su periplo, con el fin de abandonar el territorio de los teologúmenos y llegar al sentido plenior de la Palabra de Dios.

El teólogo es un ser mártir, es un ser perseguido por causa de la justicia, porque su mensaje es el anuncio de la Esperanza, pero también es la denuncia de las injusticias, opresiones y explotaciones de los indefensos, de los pobres, huérfanos, extranjeros y migrantes. El teólogo tiene una misión, honrar el legado de los profetas que alzaron su voz contra la corrupción, pero también proclamaron el día de Emanuel. Con entusiasmo, el teólogo reflexiona y expone el mensaje que los indoctos lo transforman en un sentido traslaticio, con el fin de calumniar, acusar y perseguir. En casi todas las generaciones el teólogo al igual que los apóstoles de Cristo, están expuesto a la muerte.

Gracias a Dios, por cada teólogo que nos ha precedido, pioneros, siervos dignos de imitar, hoy el sendero ya ha sido abierto en medio de la maleza, El desafío para los teólogos del siglo XXI, será honrar la memoria, de aquellos que sin los recursos y las herramientas que hoy tenemos, hicieron grandes hazañas, ciertamente los teólogos solos tenemos a Dios como nuestro ayudador, es decir lo tenemos todo. A pesar de que nosotros los teólogos somos nada, nada más que siervos inútiles, qué hacemos lo que se nos ha encomendado.




2 comentarios:

  1. Excelente reflexión sobre lo que es ser teólogo, pero a la vez me pone a pensar sobre la labor tan ardua que nos depara serlo. Será que estamos llevando a cabo con suficiente responsabilidad tan magna obra?

    ResponderEliminar

CONSUMADO ES

Juan 19:30 ὅτε οὖν ἔλαβεν τὸ ὄξος [ὁ] Ἰησοῦς εἶπεν, Τετέλεσται, καὶ κλίνας τὴν κεφαλὴν παρέδωκεν τὸ πνεῦμα. (Jn. 19:30 UBS4) Entonces...